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Testimonios del espacio urbano:el graffiti



¿Cuáles son las representaciones del graffiti en la ciudad como espacio de representación simbólica? ¿Cuál es la materialidad de su presencia en el delineamiento de una identidad que la muestra y reproduce?
¿Cómo se virtualiza la memoria en estos enunciados?
La respuesta a estos interrogantes, supone la consideración de tres ejes fuertemente
interrelacionados entre sí: espacio urbano, memoria e identidad. Pero, a su vez, implica la remisión a un ámbito determinado -Córdoba- y a un corpus específico: los graffitis, que afirman y actualizan la memoria de un grupo pero también de la ciudad.
Implica también un reconocimiento del carácter folclórico de los graffiti en cuanto manera que tiene un grupo de dar respuesta y vincularse a su entorno social.
1 Espacio urbano, memoria e identidad.
La ciudad puede ser definida como «espacio material y simbólico en permanente construcción, atravesado por mediaciones políticas, económicas y culturales» (Reguillo Cruz 1995:27),de donde se desprende un carácter dinámico
en esa permanente construcción, pero a su vez, el carácter tanto de sistema de producción como de producción simbólica que están implícitos en esas mediaciones.

Es decir, la ciudad como un espacio social que hace posible la emergencia de ciertos fenómenos y que la configuran como ese punto de inflexión entre hegemonía
y contestatariedad, entre legitimidad y representatividad.
De tal manera, los actores sociales delinean ´huellas´, ´marcas´ para fijar pero también para recordar quienes son.
Estas huellas -variadas y disímiles- se constituyen en la garantía de continuidad del grupo a partir del vínculo que ratifican entre espacio construido y entidad social.
A su vez, el concepto de identidad como algo dinámico en permanente construcción, y resultante de la interacción entre los actores sociales,
remite a las distintas estrategias que los habitantes del espacio urbano utilizan para exteriorizarse y objetivarse de algún modo en esa concreción de la alteridad -nosotros frente a los otros- pero también en el delineamiento de cada uno -yo, nosotros.

Estrategias que aluden -a su vez- a un tiempo/tiempos en el/los que se entreteje/jen las posibilidades de la memoria.
Y si hablamos de la memoria como proceso de construcción de un espacio de divergencias y confrontaciones, de olvidos y silenciamientos, en el que intervienen las distintas estrategias de apropiación, reconfiguración, recuperación
en la mixturación de voces y experiencias, podemos reconocer estas, sus múltiples significaciones:
-como un espacio de negación del olvido en la configuración de «una memoria ejemplar»
(Todorov 2000:14) que complete los huecos o vacíos de una identidad difusa, tergiversada o fragmentada;

-como un espacio de mantenimiento de recuperación de mitos, valores, tradiciones de
un grupo o de una nación en ese enfatizar y promover el recuerdo como una estrategia
permanente de construcción de la identidad;

-como un espacio de creación/recreación de formas discursivas para poder mostrar, representar la mismidad pero también la alteridad;

-como un espacio de prácticas sociales que vehiculizan un activismo de la memoria.

De allí la relación entre memoria e identidad que -particularizado en el espacio urbanoremite al graffiti como discurso de la ciudad.



El graffiti


Voz desordenada, irónica e irresponsable.
Seduce su pertenencia al ámbito urbano en constante construcción, en permanente ebullición. Pertenencia -que a su vez- permite definirlo.
De allí su libertad y desenfado. De allí también su precariedad que lo hermana con la
oralidad de épocas pasadas. Subyugan su voz/voces, su rostro/rostros que
simulan ser uno y ninguno, de ahora y de antes en la provisoriedad de una pared cualquiera, de una ciudad también cualquiera, en la que, extendidos -como mágico paisaje o un eterno mapa a descubrir- aparecen mensajes.
Palabras, signos, líneas... colores barruntados, monocromos... y armónica distribución de uno o más sentidos en un ordenamiento lineal/entrecruzado/ sobrepuesto. Soledad acaparada, convivencia forzada con otros posibles habitantes
de los muros: pintadas políticas, avisos publicitarios, señales callejeras.
Una firma -a veces- reclamando una autoría que ratifica -en la mayoría de los casos- la pertenencia a todos, de allí su anonimato y el carácter de discurso
colectivo como puede ser llamado.

¿Cómo categorizarlo?
¿Cómo determinar los elementos caracterizadores?
Diversos y variados rasgos se encuentran y sustituyen en una alternancia permanente: provisoriedad, difuminación, indeterminación en la aleatoriedad de muros y paredes ciudadanos.
Discurso que está ahora, pero puede ser borrado,tachado, superpuesto, reciclado ya, después o más después. Por eso el sentido de provisoriedad que significa el sentido de construcción colectiva.
Se hace, se va haciendo, se seguirá haciendo. Se lee, se recicla, se reescribe, se renuncia. Provisoriedad, también, que incluye la difuminación en una suerte de espacio marginal.
¿En qué sentido? Se ocupa un lugar ajeno porque no se tiene un lugar determinado.
Todos pueden ser, pero ninguno es permanente. Aparece al enunciarse. Desaparece
al ser borrado. Cualquier pared -decíamos en cualquier ciudad.
Intermediación, pues, que refuerza su potencialidad en las mil formas que adquiere, en esa provisoriedad resultante tanto en la fluidez para enunciarse como en la facilidad para callarse.
Comparte un espacio -la pared de la ciudad con pintadas políticas, señales callejeras, avisos publicitarios.
De ellos se diferencia por su carácter artesanal, no institucional, no promocional, no... así, libre y espontáneo.
Entonces se refuerza esa indeterminación, pero al mismo tiempo difuminación entre enunciadores individuales/colectivos, anónimos/identificables.
Provisoriedad que se fija en la palabra y a la cual «completa» forma, líneas,
colores. Prescindibles o no, integradas o no.
Palabra que habla... habla por todos, habla de todo y habla para todos.
La ciudad, con su mágico entrecruzamiento de saberes, haceres y sentires, facilita los márgenes para la concreción de un discurso que discurre reflexivo, irónico, travieso.
Márgenes desde donde se escribe, pero también, desde donde se lee, habla/escucha, enuncia/aprende. Movimiento dialéctico dado por esa provisoriedad que deviene
enunciador y enunciatario.
La ciudad es, pues, quien escribe y quien lee al mismo tiempo.
Por eso el graffiti es el discurso del espacio urbano a pesar de sus préstamos, sus remitentes y sus referentes.
Serpentea desde una tradición, cuya sabiduría popular reconstruye.
La elabora, la transcribe, la ironiza. Actualiza una memoria.
Zigzaguea en la recuperación de silencios y vacíos no asumidos, construyendo una memoria ejemplar que desde la oscuridad, ilumina; desde lo callado, habla.
Repite. Tacha. Niega.
Sueña, frustra, reconviene, amonesta y... aún se ríe-juega con las palabras en un vano gesto de poderío semántico y fonético.
Encarga las canciones que se quedaron en el aire y las
eterniza... aunque sólo sea por horas.
Es que es el discurso que recrea/crea para mostrar lamismidad/alteridad.
Dice lo que todos dicen pero ...aún distinto...
pues a veces establece una continuidad entre decir y hacer... incitando a un activismo que -a veces, también- es un activismo de la memoria.


Testimonios del espacio urbano:el graffiti por María Paulinelli.
Revista de Investigaciones Folclóricas. Vol. 17: 80-84 (2002)

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